Archivo de 22 de May de 2009

EL AVANCE DE UN PENSAMIENTO PRECURSOR

 

Averroes 2

 Cuando uno recorre los escritos de intelectuales andalusíes, como Averroes, y descubre su largueza de miras, puede sorprender, como este pensamiento del sabio cordobés Averroes. Estamos en el siglo XII. El pensamiento del Islam sobre las mujeres estaba muy claro. Los musulmanes basan sus creencias en dos fuentes: el libro del Corán y los hadices. El Corán es para los musulmanes el libro que Dios inspiró al Profeta Mahoma. En él se recogen las verdades fundamentales de su fe. Los hadices son un conjunto de tradiciones, dichos y pensamientos –hay miles- recogidas de aquellos primeros compañeros del Profeta y que explican y aplican sus enseñanzas. En lo que se refiere a las mujeres baste ver algunas azoras del Corán que se refieren a ella: “Los hombres están por encima de las mujeres, porque Dios ha favorecido a unos respecto de otros y porque ellos gastan parte de sus riquezas en favor de las mujeres. Las mujeres piadosas son sumisas a las disposiciones de Dios; son reservadas en ausencia de sus maridos en lo que Dios mandó ser reservado. A aquellas de quienes temáis la desobediencia, amonestadlas, confinadlas en sus habitaciones, golpeadlas. Si os obedecen, no busquéis pretexto para maltratarlas. Dios es altísimo, grandioso” (IV, 34). “Los hombres están un grado por encima de ellas [las mujeres]” (II, 228).  En otra de las suras medinesas  se lee: “Te preguntan acerca de la menstruación. Di: “Es un mal. ¡Manteneos, pues, aparte de las mujeres durante la menstruación y no os acerquéis a ellas hasta que se hayan purificado! Y cuando se hayan purificado, id a ellas como Alá os ha ordenado”. Alá ama a quienes se arrepienten. Y ama a quienes se purifican”. Delimitación de espacio, condicionante de relaciones, y neta primacía del varón sobre la mujer, como indica el siguiente versículo de esta sura: “Vuestras mujeres son campo labrado para vosotros. ¡Venid, pues, a vuestro campo como queráis…!”(II, 222-223). El pensamiento patriarcal que domina desde hace siglos esta sociedad.

 

En cuanto al hadiz , nos puede bastar para completar estos pensamientos lo que dice uno de ellos, cuando presenta al Profeta expresando su pensamiento sobre las mujeres, me refiero a la que se recoge en una transmisión de Abu Sa’îd al-Judrí ; en este hadiz, exhorta a las mujeres a que cumplan con el precepto de la limosna, porque, según afirma, le ha sido revelado que ellas constituirán la mayor parte de los habitantes del infierno. Al serle preguntada la razón de esta condena eterna, responde que ellas no cesan de lanzar maldiciones y de mostrarse ingratas con sus maridos, caracterizando a continuación a las mujeres como seres defectuosos en razón y religión . Las mujeres inquieren cuál es el defecto de su razón y de su religión, contestando el Profeta con dos ejemplos: el hecho de que el testimonio de la mujer valga sólo la mitad que el testimonio del hombre, hecho que se recoge en la azora II, 282 del Corán es una prueba de su inteligencia defectuosa; el hecho de que la mujer no pueda rezar ni ayunar durante la menstruación es una prueba de su religión defectuosa. El hombre es, pues, un grado superior y además, su ámbito de actuación se encuentra en la vida pública, mientras que la mujer se halla relegada al ámbito de la vida doméstica, dentro de los muros del harén. Y desde luego sometida a éste.

 

Una de las injusticias que se mantienen en esta sociedad es la que se ejerce sobre las mujeres. Averroes, llevado por una lógica aplastante, no se niega a dar su parecer sobre este hecho. Lo ha dejado escrito en su comentario a la República, de Platón. Tampoco estas opiniones debieron gustar a quienes querían y quieren permanecer instalados en el sistema y tienen el inmovilismo como arma para que todo siga igual, para que nada cambie ni avance y porque esto tiene consecuencias beneficiosas para los que ejercen el poder y la dominación.

 

De hecho, en uno de los hadices, se llega a afirmar que “un pueblo no prospera si tiene como dirigente a una mujer”. Pensamiento que rebatió el sabio en su Comentario a la República, de Platón. Lo dejó escrito en él: “Aquí se plantea un problema que debe ser investigado acerca de si existen mujeres cuyas naturalezas se asemejan a las de cada una de las clases de ciudadanos… o si la naturaleza de las mujeres es diferente de la de los varones. Si fuera de aquel otro modo, y desde el punto de vista de las actividades de la comunidad, la mujer debería gozar de la misma situación que el varón en este orden de cosas y así podrían ser guerreros, filósofos, jefes, etc. Si la naturaleza del varón y de la mujer es la misma y toda constitución que es de un mismo tipo debe dirigirse a una concreta actividad social, resulta evidente que en dicha sociedad la mujer debe realizar las mismas labores que el varón… Cuando algunas mujeres han sido muy bien educadas y poseían disposiciones sobresalientes, no ha resultado imposible que lleguen a ser filósofos y gobernantes. Pero se cree que pocas veces se da este tipo en ellas, y algunas leyes religiosas impiden que las mujeres puedan acceder al sacerdocio; otras, por el contrario, si reconocen que pueda existir, pero lo prohíben.

 

            “Sin embargo en estas sociedades nuestras se desconocen las habilidades de las mujeres, porque en ellas sólo se utilizan para la procreación, estando por tanto destinadas al servicio de sus maridos y relegadas al cuidado de la procreación, educación y crianza. Pero esto inutiliza sus otras posibles actividades. Como en dichas comunidades las mujeres no se preparan para ninguna de las virtudes humanas, sucede que muchas veces se asemejan a las plantas…, representando una carga para los hombres, lo cual es una de las razones de la pobreza de dichas comunidades, en las que llegan a duplicar en número a los varones, mientras que al mismo tiempo y en tanto carecen de formación no contribuyen a ninguna otra de las actividades necesarias…”. Comprendo que se trataba de un planteamiento revolucionario que no acepta el planteamiento griego, en el primer caso,  ni, por supuesto, el planteamiento islámico de su época, y que quedó reducido a un elevado pensamiento filosófico, considerado revolucionario y, por supuesto, descartable para el ámbito cultural en el que me movía. Tampoco éste, como otros que defendió y planteó, le trajo grandes beneficios. Muy al contrario. Pero no podía traicionar la verdad y la lógica más evidente. Rescatar estas fuentes cuando las conquistas y los retos del silo XXI que vivimos son evidentes, no es desdeñable. Como no lo será cuando afrontemos las apuestas del futuro.


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