Llevo tiempo sin lograr afrontar algunos temas por escrito. El que me embarga es un sentimiento que ya conocía pero que hacía tiempo que no sentía con tanta fuerza. ¡Y es que el patio está tan revuelto, tan falazmente revuelto, tan manipulado, tan equívocamente planteado, tan lleno de intereses en todos los frentes que ya es imposible distinguir en qué pastizal están las churras y en qué otro están las merinas, que me vuelve una y otra vez a la mente algo que aprendí en mi época de estudiante en Italia! Que los políticos vayan por donde quieran y puedan que ya nosotros, los ciudadanos, sacaremos el país adelante a pesar de ellos. Y si quieren tomarse unas vacaciones pagadas en alguna isla del Caribe, que se vayan allí y nos dejen tranquilos unos meses, que ya sacaremos nosotros las castañas del fuego sin tener el impedimento de tenerles aquí queriendo controlar nuestras vidas, manejar nuestros dineros y cobrarme por hacerlo hasta un diezmo por el aire que respiro.
Leo el artículo de un viejo amigo y colega, el periodista Michele Zanzucchi en una revista italiana, que dirige. Lo leo con satisfacción y esperanza. Ante lo que él llama el “triste espectáculo” de la política, y el ansia que nos invade a muchos de encontrar propuestas nuevas, se pregunta por las novedades que se proponen hoy “¿cuáles son? –se pregunta- ¿La de la eliminación del adversario? ¿La de las promesas electorales más inverosímiles? El parado ya no cree en el anuncio de la creación de millares de puestos de trabajo. El que padece un cáncer no cree ya en que en tres años la enfermedad del siglo será desterrada. El que se esfuerza en llevar adelante a su familia con tres, cuatro hijos, ya no espera ver reflejada en su nómina el reconocimiento de su obra, altamente social”.
Cita al Prof. Sergio Rondinara, especialista en epistemología del Instituto Universitario Sophia, que “sostiene cuatro puntos como condiciones que indican lo verdaderamente nuevo: 1) debe contener la inspiración; 2) debe completar la tradición y no destruirla; 3) no existe si no se pone en práctica; 4) tiene que durar. En base a estas cuatro condiciones – indica Zanzucchi-, ¿qué se puede considerar como “nuevo” en lo que se nos viene diciendo en estos meses? Juzgad vosotros”.
Y sugiere “una pista de optimismo realista: la novedad no nace en las plazas sino en las comunidades, aunque sean pequeñísimas, que poseen una fuerte carga innovadora, que tienen la capacidad de saber distinguir entre lo viejo que se ha convertido en superfluo y lo que, sin embargo, ha de permanecer, y que saben ir más allá de sus propios confines angostos. Porque miran más allá de lo que es obvio y banal. Banal es el podio, no el amor. Obvio es el instinto destructivo, y no el creativo. Estas comunidades están implantadas en el terreno “antiguo y siempre nuevo” como decía el poeta… Lo nuevo existe, basta verlo”.
Otra razón más para la esperanza. MI amigo Michele me ayuda a rescatarla.