Archivo de May 2009

Nepotismo

El Diccionario de la Real Academia Española es escueto en su definición: “Desmedida preferencia que algunos dan a sus parientes para las concesiones o empleos públicos”. Con ella está perfectamente definido el término. Sus sinónimos están claros y no dan lugar a error: favoritismo, predilección, privanza, favor, privilegio, amiguismo, enchufe. Parece que, aunque hay distintas teorías sobre la etimología del término, la palabra nepotismo viene del griego antiguo nepos, que quiere decir «sobrino». Otra teoría sostiene que el término deriva del nombre del emperador romano Julio Nepote. De estas prácticas, la historia nos proporciona una notable cantidad de casos. Muchas cosas nos podrían contar las familias medievales Borgia o Farnesio. Y de ello, sabían un rato papas como Calixto III, Alejandro VI o Pablo III: Periodos superados afortunadamente por la Iglesia Católica y desterrados como un mal de otros tiempos. De los reyes, podrían ponerse otros muchos ejemplos que podemos pescar en todos los períodos históricos. Algunos claramente evidentes, y admitidos como tales, y otros más disimulados, pero reales, en todos los sentidos.

En los regímenes totalitarios la práctica ha estado y está a la orden del día. La acumulación de poder y la prolongación en el tiempo son un estupendo caldo de cultivo para esta práctica. Sin embargo, los sistemas democráticos la destierran en sus leyes y en su cultura política. Pero en todas las casas hay gateras que ponen al alcance de la mano la tentación de ejercerlo. El hecha la ley, hecha la trampa, sigue estando vigente. Afortunadamente, como dice el salmo bíblico “todo tiene su tiempo, su tiempo bajo el sol”;  tarde o temprano “todo lo que estaba oculto, sale a la luz”. Porque, afortunadamente, la libertad de información, el ejercicio de control y denuncia, aún siguen estando vigentes. Es cuestión de tiempo, de trabajo, de paciencia, y de aguante marinero ante las embestidas de las olas o el canto de las sirenas. Vale para los gobiernos y vale para la oposición, vale para un partido político y vale para otros. Perseguirlo, se incube donde se incube, es un bien para la auténtica igualdad, para la transparencia y para la justicia. Y, desde luego, fortalece la democracia.

Pero no sólo es cuestión de legislación, de responsabilidades políticas. Es una cuestión ética y una cuestión cultural y de educación. Posiblemente toque a la Educación para la Ciudadanía explicarle bien claro a las generaciones futuras que el nepotismo –adquiera los matices que adquiera, y se vista al mono como se vista- no es un bien democrático y corroe desde su raíz los derechos fundamentales de los ciudadanos, y hay que pedir cuenta de ello, por una parte, y no crecer en la creencia de que es potestad de cualquiera practicarlo.

Lo peor de la cultura del “pelotazo”, de tan reciente memoria, no era sólo el pelotazo que muchos pretendieron dar y lo consiguieron, sino la conciencia de que “si yo pudiera, también lo haría; si no lo hago es porque no puedo”, como decían algunos. La regeneración, la superación de la crisis, pasa por un código serio de valores y por la conciencia creciente de que no vale todo.

Algunos casos, puestos en el candelero por la prensa, con todo el respeto que nos merece la presunción de inocencia –que hay que garantizar en todos los casos- parecen machaconamente insistir en que la práctica no está desterrada de nuestra cultura y de nuestra acción política. Ahora les toca a los jueces no mirar para otro lado –ni en estos casos ni en otros- y esclarecer los hechos para que no quede ninguna duda y, en consecuencia, estemos tranquilos de tres cosas: que no nos tomen el pelo a los ciudadanos, que todos somos iguales, que nuestro dinero se emplea con transparencia y sin favoritismos ni intereses particulares. De lo contrario, la construcción y el desarrollo de la democracia es pura entelequia. La coherencia no se construye con eslóganes. La democracia se hace, parodiando al poeta sevillano, “golpe a golpe, verso a verso”.

EL AVANCE DE UN PENSAMIENTO PRECURSOR

 

Averroes 2

 Cuando uno recorre los escritos de intelectuales andalusíes, como Averroes, y descubre su largueza de miras, puede sorprender, como este pensamiento del sabio cordobés Averroes. Estamos en el siglo XII. El pensamiento del Islam sobre las mujeres estaba muy claro. Los musulmanes basan sus creencias en dos fuentes: el libro del Corán y los hadices. El Corán es para los musulmanes el libro que Dios inspiró al Profeta Mahoma. En él se recogen las verdades fundamentales de su fe. Los hadices son un conjunto de tradiciones, dichos y pensamientos –hay miles- recogidas de aquellos primeros compañeros del Profeta y que explican y aplican sus enseñanzas. En lo que se refiere a las mujeres baste ver algunas azoras del Corán que se refieren a ella: “Los hombres están por encima de las mujeres, porque Dios ha favorecido a unos respecto de otros y porque ellos gastan parte de sus riquezas en favor de las mujeres. Las mujeres piadosas son sumisas a las disposiciones de Dios; son reservadas en ausencia de sus maridos en lo que Dios mandó ser reservado. A aquellas de quienes temáis la desobediencia, amonestadlas, confinadlas en sus habitaciones, golpeadlas. Si os obedecen, no busquéis pretexto para maltratarlas. Dios es altísimo, grandioso” (IV, 34). “Los hombres están un grado por encima de ellas [las mujeres]” (II, 228).  En otra de las suras medinesas  se lee: “Te preguntan acerca de la menstruación. Di: “Es un mal. ¡Manteneos, pues, aparte de las mujeres durante la menstruación y no os acerquéis a ellas hasta que se hayan purificado! Y cuando se hayan purificado, id a ellas como Alá os ha ordenado”. Alá ama a quienes se arrepienten. Y ama a quienes se purifican”. Delimitación de espacio, condicionante de relaciones, y neta primacía del varón sobre la mujer, como indica el siguiente versículo de esta sura: “Vuestras mujeres son campo labrado para vosotros. ¡Venid, pues, a vuestro campo como queráis…!”(II, 222-223). El pensamiento patriarcal que domina desde hace siglos esta sociedad.

 

En cuanto al hadiz , nos puede bastar para completar estos pensamientos lo que dice uno de ellos, cuando presenta al Profeta expresando su pensamiento sobre las mujeres, me refiero a la que se recoge en una transmisión de Abu Sa’îd al-Judrí ; en este hadiz, exhorta a las mujeres a que cumplan con el precepto de la limosna, porque, según afirma, le ha sido revelado que ellas constituirán la mayor parte de los habitantes del infierno. Al serle preguntada la razón de esta condena eterna, responde que ellas no cesan de lanzar maldiciones y de mostrarse ingratas con sus maridos, caracterizando a continuación a las mujeres como seres defectuosos en razón y religión . Las mujeres inquieren cuál es el defecto de su razón y de su religión, contestando el Profeta con dos ejemplos: el hecho de que el testimonio de la mujer valga sólo la mitad que el testimonio del hombre, hecho que se recoge en la azora II, 282 del Corán es una prueba de su inteligencia defectuosa; el hecho de que la mujer no pueda rezar ni ayunar durante la menstruación es una prueba de su religión defectuosa. El hombre es, pues, un grado superior y además, su ámbito de actuación se encuentra en la vida pública, mientras que la mujer se halla relegada al ámbito de la vida doméstica, dentro de los muros del harén. Y desde luego sometida a éste.

 

Una de las injusticias que se mantienen en esta sociedad es la que se ejerce sobre las mujeres. Averroes, llevado por una lógica aplastante, no se niega a dar su parecer sobre este hecho. Lo ha dejado escrito en su comentario a la República, de Platón. Tampoco estas opiniones debieron gustar a quienes querían y quieren permanecer instalados en el sistema y tienen el inmovilismo como arma para que todo siga igual, para que nada cambie ni avance y porque esto tiene consecuencias beneficiosas para los que ejercen el poder y la dominación.

 

De hecho, en uno de los hadices, se llega a afirmar que “un pueblo no prospera si tiene como dirigente a una mujer”. Pensamiento que rebatió el sabio en su Comentario a la República, de Platón. Lo dejó escrito en él: “Aquí se plantea un problema que debe ser investigado acerca de si existen mujeres cuyas naturalezas se asemejan a las de cada una de las clases de ciudadanos… o si la naturaleza de las mujeres es diferente de la de los varones. Si fuera de aquel otro modo, y desde el punto de vista de las actividades de la comunidad, la mujer debería gozar de la misma situación que el varón en este orden de cosas y así podrían ser guerreros, filósofos, jefes, etc. Si la naturaleza del varón y de la mujer es la misma y toda constitución que es de un mismo tipo debe dirigirse a una concreta actividad social, resulta evidente que en dicha sociedad la mujer debe realizar las mismas labores que el varón… Cuando algunas mujeres han sido muy bien educadas y poseían disposiciones sobresalientes, no ha resultado imposible que lleguen a ser filósofos y gobernantes. Pero se cree que pocas veces se da este tipo en ellas, y algunas leyes religiosas impiden que las mujeres puedan acceder al sacerdocio; otras, por el contrario, si reconocen que pueda existir, pero lo prohíben.

 

            “Sin embargo en estas sociedades nuestras se desconocen las habilidades de las mujeres, porque en ellas sólo se utilizan para la procreación, estando por tanto destinadas al servicio de sus maridos y relegadas al cuidado de la procreación, educación y crianza. Pero esto inutiliza sus otras posibles actividades. Como en dichas comunidades las mujeres no se preparan para ninguna de las virtudes humanas, sucede que muchas veces se asemejan a las plantas…, representando una carga para los hombres, lo cual es una de las razones de la pobreza de dichas comunidades, en las que llegan a duplicar en número a los varones, mientras que al mismo tiempo y en tanto carecen de formación no contribuyen a ninguna otra de las actividades necesarias…”. Comprendo que se trataba de un planteamiento revolucionario que no acepta el planteamiento griego, en el primer caso,  ni, por supuesto, el planteamiento islámico de su época, y que quedó reducido a un elevado pensamiento filosófico, considerado revolucionario y, por supuesto, descartable para el ámbito cultural en el que me movía. Tampoco éste, como otros que defendió y planteó, le trajo grandes beneficios. Muy al contrario. Pero no podía traicionar la verdad y la lógica más evidente. Rescatar estas fuentes cuando las conquistas y los retos del silo XXI que vivimos son evidentes, no es desdeñable. Como no lo será cuando afrontemos las apuestas del futuro.

LOS RABANITOS

rábanos

Una persona a la que quiero mucho me contó una vez la historia de un rey que era muy bajito. Se ve que esto no le gustaba y para parecer más alto y entrar en el común de las tallas, no se le ocurrió otra cosa que mandar que le cortaran la cabeza a todos los de su entorno, a todos los de la corte. Y así, por lo visto, se fue ejecutando. Niveló a todos sus cortesanos sin calcular que si bien adquirían su pequeña altura también era cierto que se morían. Es una metáfora, claro está, que esta persona a la que tanto quiero, y que tanto arte tiene para contar cuentos me narró. Eso hacen algunos, deduje yo, con entendederas de corta talla. Pertenecen a la subclase de los mediocres. Para que nadie sobresalga ejercen el oficio de guillotineros. Y para que no se note su baja talla van cortando cabezas y así intentan parecer altos. Por querer desplegar esta acción social de nivelar a la gente, en las oscuras covachas, se convierten en asesinos, porque con tamaño corte en semejante sitio, son pocos los que sobreviven a su acción niveladora. No saben que para nivelar las tallas se inventó hace ya mucho tiempo un sistema que permite crecer intelectualmente, profesionalmente, éticamente a cualquiera que se aplique en ello. Es el vulgarmente conocido como método de aprender, de ejercer con calidad la propia profesión, de acunar principios y de cultivar la educación y el respeto. Así se crece. Está demostrado científicamente. Si no terminaremos pareciendo un rabanito, pequeño aunque picante, y la gente se terminará riendo de nosotros y esquivándonos.

LOS ETIQUETEROS

 Hasta ahora uno era Doctor de Derecho si conseguía colgar en la pared de su casa el título de Doctor expedido por una universidad, o era médico si en su consulta podía acreditar con el correspondiente título que se había licenciado en esa materia por esta o aquella universidad, porque estaba colegiado o, en otras profesiones, porque fehacientemente podía acreditar su competencia. Pero nacieron los etiqueteros. Son unos personajes curiosos y, en la mayoría de los casos, con enclenque curriculo. Ellos se dedican a poner la correspondiente etiqueta a otros compañeros de profesión, etc. Así, intentan en la burda maniobra de “etiquetar”, sustituir la competencia o el curriculo demostrado por los demás, por una etiqueta simplona. Y como conocen aquella historia del popular Cura de Ars –que de esto y de otras cosas sabía un rato- que decía que la calumnia es como subirse a la torre de una iglesia y desplumar a una gallina, añadiendo: ¡vete después a recoger las plumas”. Como saben aquello de “difama que algo queda”, fabrican su etiqueta y por las oscuras esquinas de los callejones –porque venden su producto en mercadillos cutres e ilegales- la colocan a diestra y a siniestra. Un método que, como los ignorantes que no saben leer las etiquetas y que desconocen el contenido del código de barras lo permiten, actúa con falaz eficacia. Dicen que el diablo cuando se aburre mata moscas con el rabo. Así hacen los etiqueteros. Lógicamente, por razones de oficio, mantienen el anonimato y se camuflan en la masa.

Y así, los que ejercen profesiones liberales que, no necesitan etiquetas para ejercerlas bien, se ven etiquetados sin que su profesionalidad en el campo que ejercen lo merezca. Porque ya me dirá usted si un especialista en oncología puede ser desacreditado porque alguien diga que es seguidor del Barça o del Madrid –pero es que además no es ni de uno ni de otro, sino del Betis-; son lo que son por lo que son y saben, por su competencia profesional y por su preparación, no porque les guste el deporte y entiendan de fútbol. Pero, como los etiqueteros son ignorantes –y además se informan mal y yerran en el código de barras, porque hasta para diseñar un código de barras hay que saber- no dan ni una. Sus intereses tendrán y sospecho que no deben ser muy limpios. El partido de fútbol se gana en el campo, con una preparación adecuada, con buen juego, con profesionalidad, con fuerza y no comprando al árbitro.

Los etiqueteros no se dan cuenta que la gente cada vez lee más las etiquetas, se informa, está atenta a los controles de calidad, mira la lata por arriba y por abajo, acude a las Asociaciones de Consumidores cuando tiene sospecha sobre una marca… y además, las empresas serias acreditan sus productos, porque la publicidad engañosa está perseguida por la ley. Los etiqueteros no caen en la cuenta y obvian todas estas cosas. Siguen anclados en una mediocridad etiquetadora que ya no es admitida por las normas democráticas de las sociedades europeas y por la misma normativa de la UE. Creen que aún viven en la época del contrabando y siguen empeñados en dar gato por liebre. Los etiqueteros están abocados al ostracismo, cuando se podrían dedicar a actividades más nobles y más profesionales.

Juan Félix Bellido

LA MUJER, EL AVANCE DE UN PENSAMIENTO PRECURSOR

Averroes  

Cuando uno recorre los escritos de intelectuales andalusíes, como Averroes, y descubre su largueza de miras, puede sorprender, como este pensamiento del sabio cordobés Averroes. Estamos en el siglo XII. El pensamiento del Islam sobre las mujeres estaba muy claro. Los musulmanes basan sus creencias en dos fuentes: el libro del Corán y los hadices. El Corán es para los musulmanes el libro que Dios inspiró al Profeta Mahoma. En él se recogen las verdades fundamentales de su fe. Los hadices son un conjunto de tradiciones, dichos y pensamientos –hay miles- recogidas de aquellos primeros compañeros del Profeta y que explican y aplican sus enseñanzas. En lo que se refiere a las mujeres baste ver algunas azoras del Corán que se refieren a ella: “Los hombres están por encima de las mujeres, porque Dios ha favorecido a unos respecto de otros y porque ellos gastan parte de sus riquezas en favor de las mujeres. Las mujeres piadosas son sumisas a las disposiciones de Dios; son reservadas en ausencia de sus maridos en lo que Dios mandó ser reservado. A aquellas de quienes temáis la desobediencia, amonestadlas, confinadlas en sus habitaciones, golpeadlas. Si os obedecen, no busquéis pretexto para maltratarlas. Dios es altísimo, grandioso” (IV, 34). “Los hombres están un grado por encima de ellas [las mujeres]” (II, 228).  En otra de las suras medinesas  se lee: “Te preguntan acerca de la menstruación. Di: “Es un mal. ¡Manteneos, pues, aparte de las mujeres durante la menstruación y no os acerquéis a ellas hasta que se hayan purificado! Y cuando se hayan purificado, id a ellas como Alá os ha ordenado”. Alá ama a quienes se arrepienten. Y ama a quienes se purifican”. Delimitación de espacio, condicionante de relaciones, y neta primacía del varón sobre la mujer, como indica el siguiente versículo de esta sura: “Vuestras mujeres son campo labrado para vosotros. ¡Venid, pues, a vuestro campo como queráis…!”(II, 222-223). El pensamiento patriarcal que domina desde hace siglos esta sociedad.

 

En cuanto al hadiz , nos puede bastar para completar estos pensamientos lo que dice uno de ellos, cuando presenta al Profeta expresando su pensamiento sobre las mujeres, me refiero a la que se recoge en una transmisión de Abu Sa’îd al-Judrí ; en este hadiz, exhorta a las mujeres a que cumplan con el precepto de la limosna, porque, según afirma, le ha sido revelado que ellas constituirán la mayor parte de los habitantes del infierno. Al serle preguntada la razón de esta condena eterna, responde que ellas no cesan de lanzar maldiciones y de mostrarse ingratas con sus maridos, caracterizando a continuación a las mujeres como seres defectuosos en razón y religión . Las mujeres inquieren cuál es el defecto de su razón y de su religión, contestando el Profeta con dos ejemplos: el hecho de que el testimonio de la mujer valga sólo la mitad que el testimonio del hombre, hecho que se recoge en la azora II, 282 del Corán es una prueba de su inteligencia defectuosa; el hecho de que la mujer no pueda rezar ni ayunar durante la menstruación es una prueba de su religión defectuosa. El hombre es, pues, un grado superior y además, su ámbito de actuación se encuentra en la vida pública, mientras que la mujer se halla relegada al ámbito de la vida doméstica, dentro de los muros del harén. Y desde luego sometida a éste.

 

Una de las injusticias que se mantienen en esta sociedad es la que se ejerce sobre las mujeres. Averroes, llevado por una lógica aplastante, no se niega a dar su parecer sobre este hecho. Lo ha dejado escrito en su comentario a la República, de Platón. Tampoco estas opiniones debieron gustar a quienes querían y quieren permanecer instalados en el sistema y tienen el inmovilismo como arma para que todo siga igual, para que nada cambie ni avance y porque esto tiene consecuencias beneficiosas para los que ejercen el poder y la dominación.

 

De hecho, en uno de los hadices, se llega a afirmar que “un pueblo no prospera si tiene como dirigente a una mujer”. Pensamiento que rebatió el sabio en su Comentario a la República, de Platón. Lo dejó escrito en él: “Aquí se plantea un problema que debe ser investigado acerca de si existen mujeres cuyas naturalezas se asemejan a las de cada una de las clases de ciudadanos… o si la naturaleza de las mujeres es diferente de la de los varones. Si fuera de aquel otro modo, y desde el punto de vista de las actividades de la comunidad, la mujer debería gozar de la misma situación que el varón en este orden de cosas y así podrían ser guerreros, filósofos, jefes, etc. Si la naturaleza del varón y de la mujer es la misma y toda constitución que es de un mismo tipo debe dirigirse a una concreta actividad social, resulta evidente que en dicha sociedad la mujer debe realizar las mismas labores que el varón… Cuando algunas mujeres han sido muy bien educadas y poseían disposiciones sobresalientes, no ha resultado imposible que lleguen a ser filósofos y gobernantes. Pero se cree que pocas veces se da este tipo en ellas, y algunas leyes religiosas impiden que las mujeres puedan acceder al sacerdocio; otras, por el contrario, si reconocen que pueda existir, pero lo prohíben.

 

            “Sin embargo en estas sociedades nuestras se desconocen las habilidades de las mujeres, porque en ellas sólo se utilizan para la procreación, estando por tanto destinadas al servicio de sus maridos y relegadas al cuidado de la procreación, educación y crianza. Pero esto inutiliza sus otras posibles actividades. Como en dichas comunidades las mujeres no se preparan para ninguna de las virtudes humanas, sucede que muchas veces se asemejan a las plantas…, representando una carga para los hombres, lo cual es una de las razones de la pobreza de dichas comunidades, en las que llegan a duplicar en número a los varones, mientras que al mismo tiempo y en tanto carecen de formación no contribuyen a ninguna otra de las actividades necesarias…”. Comprendo que se trataba de un planteamiento revolucionario que no acepta el planteamiento griego, en el primer caso,  ni, por supuesto, el planteamiento islámico de su época, y que quedó reducido a un elevado pensamiento filosófico, considerado revolucionario y, por supuesto, descartable para el ámbito cultural en el que me movía. Tampoco éste, como otros que defendió y planteó, le trajo grandes beneficios. Muy al contrario. Pero no podía traicionar la verdad y la lógica más evidente. Rescatar estas fuentes cuando las conquistas y los retos del silo XXI que vivimos son evidentes, no es desdeñable. Como no lo será cuando afrontemos las apuestas del futuro.

Librepensadores incómodos

Por Juan Félix Bellido
“En cuanto a la acusación de que cuando yo tenga una cosa por verdadera no me importa ponerme enfrente de cualquiera, aunque estos cualesquiera sean todos los hombres que ocupan la superficie de la tierra… esta cualidad de que me acusan es para mí una de mis mayores virtudes”. Así se expresaba Ibn Hazm, ese intelectual cordobes (994-1064), hace casi diez siglos. Es la característica del librepensador, un modelo que escasea en estos tiempos a pesar de lo necesario que son para que la humanidad avance, para que avance la cultura, para romper con cualquier tipo de monolitismo de pensamiento único e interesado, que, no nos engañemos, habita en todas las esquinas. 
El libre pensador se alía sólo con el estudio, con el pensamiento, con la observación de la realidad, con la lógica, con la razón, vengan de donde vengan y nazcan de donde nazcan. Persigue la verdad y no se ata al primer eslogan, ni a lo políticamente correcto –tampoco a lo incorrecto-; busca y se interroga siempre, y a veces se ve obligado a cuestionar lo establecido por quienes no quieren que nada cambie, que todo siga igual y refugia su inseguridad en esquemas fijos, en departamentos estancos, en casillas preestablecidas, a los que agarrarse. A veces la verdad no está ni de un lado ni de otro, o está en ambas partes, y hay que pulirla, como se hace con un diamante en bruto, para que brille en todo su esplendor. 
El librepensador nunca se arroga el mérito de tener la verdad absoluta, ni pretende imponerla. Comparte la que tiene y busca en las demás lo que pueda enriquecerle y enriquecer. Y en este ejercicio de humildad y honestidad, abre caminos.
Los librepensadores son incómodos porque no se ajustan el corsé a cualquier precio, y pagan la factura que la libertad exige. Sabe que el hombre es limitado y lo ejerce. Persigue la honestidad intelectual del que explora.
Ibn Hazm pagó también su factura. No gustaba e incluso Al-Mutamid mandó quemar sus libros en Sevilla, actitud bastante habitual en estas tierras cuando se quieren eliminar las ideas. “Aunque queméis el papel, no podéis quemar lo que encierra, porque lo llevo en mi pecho.”, respondió a la quema. La libertad de expresión era un ideal clara para este cordobés. 
En tiempos tan confusos, de tanto mercantilismo intelectual, donde se apuesta por lo estático y se domestica una profesión como la nuestra, hay que romper una lanza a favor de los que libremente piensan y actúan, y sólo la racionalidad y los ideales humanos que merecen la pena les atraen. Es una apuesta incómoda pero necesaria. Los caminos están abiertos y vale la pena hollarlos. Es una inversión rentable a la larga y hará más sólida la democracia efectiva. La naturaleza nos demuestra que la yerba rastrera termina por agostarse y secarse. “E pur si muove” (“Y, sin embargo, se mueve”), dijo Galileo ante la falsedad que le impuso la ignorancia. Al final –claro que varios siglos después- hubo que reconocer que tenía razón
Observando la realidad

Observando la realidad

“En cuanto a la acusación de que cuando yo tenga una cosa por verdadera no me importa ponerme enfrente de cualquiera, aunque estos cualesquiera sean todos los hombres que ocupan la superficie de la tierra… esta cualidad de que me acusan es para mí una de mis mayores virtudes”. Así se expresaba Ibn Hazm, ese intelectual cordobes (994-1064), hace casi diez siglos. Es la característica del librepensador, un modelo que escasea en estos tiempos a pesar de lo necesario que son para que la humanidad avance, para que avance la cultura, para romper con cualquier tipo de monolitismo de pensamiento único e interesado, que, no nos engañemos, habita en todas las esquinas. Seguir leyendo ‘Librepensadores incómodos’

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