Archivo de enero 2017

La leche de la vaca

Funny cow on a green summer meadow; Shutterstock ID 130949000; PO: aol; Job: production; Client: drone

La pobre vaca está entrando en una grave situación; no digamos que terminal e irreversible pero las cosas pintan mal para la menesterosa vaca. Y lo peor de todo es que los veterinarios que podrían ayudarla están a por uvas; quiero decir que están ocupados en otras gilipolleces, en otros cuentos chinos, en otras estupideces, sandeces y boberías y no se preocupan por la vaca. Ponen cara de circunstancia, pero la ponen de perfil, y como tienen una desfachatez y una poca vergüenza que no hay quien pueda con ella, declaran que la culpa la tiene la vaca por no cuidarse. Y es que las ubres de la vaca no dan más leche. Se están secando y la pobre vaca va a morir de inanición. Y el pobre ganadero, a aguantar el tirón como puede y hasta que pueda seguir aguantando.

En esto estaba yo, dándole vueltas a la cabeza porque la vaca España real, no la de los que no paran de crecer mientras la gran parte se empobrece; a la vez que el gobierno y sus secuaces, ordeña que ordeña, como si la vaca fuera suya y tuviesen autoridad sobre la salud y la supervivencia de la vaca; pues como decía, estaba en mi rincón del tabanco dándole vueltas a todo esto, tratando de no irritarme para que la tensión no se disparase y al final el que se muera de un telele no sea la vaca sino yo, cuando veo entrar a Manolo con la cara descompuesta, cabizbajo y, desde luego, más mustio que un tiesto de geranios al que no riegan desde el verano pasado. Se ha jubilado hace pocos meses y desde luego no hace honor a su nueva situación, porque cara de júbilo, lo que se dice cara de júbilo, no trae. Se acerca al mostrador del tabanco y más que apoyarse en él, casi se derrumba sobre él. El dueño del tabanco se le acerca.

-Pero, ¿qué te pasa, hombre, que vienes con una cara…?

Yo lo miro desde mi mesa y, desde luego, trae una cara que hace la competencia a cualquier condenado a muerte que espera en el corredor… pero más cabreado que abatido.

-¿Qué cara quieres que traiga?

-Pues ya me dirás tú. Parece como si te hubiese sentado mal la jubilación.

Y es que Manolo ha comenzado a hacer cálculos, a escuchar las declaraciones del Gobierno, y el miedo, más bien el terror, se le ha metido en el cuerpo. Y no le falta razón.

-Así que no sé si es bueno eso de que crezca la esperanza de vida. Estamos en 87 y 88 años, pero lo malo es que seguirá subiendo. Y como yo dure mucho, mi pensión no va servir ni para pagarme un bocadillo de mortadela diario. Por el contrario suben los impuestos, suben la electricidad y los servicios básicos, la Ministra de Sanidad nos asusta con un copago en las medicinas que los jubilados –cuya salud se va deteriorando a medida que pasan los años- no podremos pagar…

No sé si seguir escuchando a Manolo corriendo el peligro de una depresión de caballo, o volver a estos papeles. Pero la vaca sigue dando leche sólo para los de siempre. Y si no que se lo digan a los directivos de las Eléctricas. Tienen ahora leche de sobra y la seguirán teniendo cuando se jubilen. Los demás, a los que ahora se nos hace gravoso el pagar la factura de la luz, seguiremos costeando estas indecencias, paseando esa cara desencajada de Manolo y aguantando a estos políticos que no ponen solución a todo esto. El dueño del tabanco le dice a Manolo que no se preocupe, que “a vivir que son dos días”. Lo malo es que como en vez de dos sean cuatro, los dos últimos van a ser de economía de guerra.

La indiferencia de los hombres fríos

tendidos-electricosEl intenso frío de estos días no invita a pisar la calle y apetece quedarse en casa conservando el poco calor que permite tener encendida menos tiempo del que sería deseable la calefacción, pues las cosas están como para enchufarse a la red eléctrica. Así es que hoy voy a renunciar a mi paseo hasta el tabanco, que me imagino un poco desierto de los habituales parroquianos que habrán hecho, seguramente, la misma opción que yo. El tabanco es frío, hay que reconocerlo, su vetusta penumbra invita entre sus botas y vigas de madera vieja, a buscar el frescor. Alguno diría que éste es un “tabanco de verano”. ¡Menos mal que los fríos, con una buena copa de vino, lo son menos! Y aquí estoy en casa sin atreverme pisar la calle y venciendo el resfriado con infusiones calentitas que me entonen el cuerpo.

Y aquí, ante un televisor que me repite machaconamente  paisajes nevados por toda la geografía española, tengo que soportar la cara lamiosamente parlante del Ministro de Energía, Álvaro Nadal, que, sin alterarse apenas (supongo que porque el sistema de calefacción del Congreso de los Diputados y de los despachos del Ministerio debe funcionar estupendamente sin que afecte al presupuesto familiar  de sus señorías) dice que, precisamente en estos días, las eléctricas nos van a dar una clavada de aquí te espero y que no sacan el puñal aunque brote la sangre; muy al contrario, seguirán apretando porque esto no ha hecho más que empezar. Y se queda tan fresco. Le echa la culpa al poco viento que ha hecho (será en su pueblo, porque en el mío corría ayer una ventolera que para qué), a no sé qué otras razones estúpidas, para decir que el Gobierno va a estar vigilante para que las eléctricas no se aprovechen. Y mi8entras, los pescadores aprovechándose del río revuelto, dale que te pego, porque a ver quién va a apagar la calefacción en estos fríos días o va a pasar la noche con una cena “fría”. Lo cierto es que el precio de la luz alcanza el máximo en el día más frío del año y en especial a partir de las 8 de la noche.

 Y sale a la palestra el Presidente del CNMC, Marín Quemada: «en este momento está sucediendo algo que nos preocupa”. Bueno, ¡menos mal! A ver qué conclusión saca: “Hemos visto que el precio de la electricidad al por mayor, en el mercado al por mayor se ha producido un incremento durante el mes de diciembre. Esto es inquietante. El incremento ha sido notable porque se ha pasado de un precio de 40 euros kilovatio -en realidad, se refería a megavatios- a 60 durante el mes de diciembre, y esto es un incremento del treinta y pico por ciento en un mes, y estamos mirando con mucho detalle por qué, porque ese es un tema que nos preocupa”. Otra vez la misma cantinela: se está estudiando si es injustificada la subida y mientras tanto, a lo mejor, hasta llega el verano. Dice que si fueran injustificadas, serían sancionables. Y para consuelo de pacientes conformista afirma que «si fuera así, actuaríamos como en el pasado. En alguna ocasión detectamos un comportamiento indebido y lo cortamos de raíz y se sancionó con 25 millones de euros a una compañía». ¿Y se nos recompensó por ello? No quiero equivocarme, pero de esos 25 millones de euros no he visto ni un euro, ¡no sé ustedes! A lo mejor hasta sacaron estos veinticinco millones de la multa de nuestras facturas. ¡Vaya usted a saber! Lo que sí está claro es que en esto como en los temas bancarios (que tenemos pendientes lo de las clausulas suelo, con un acuerdo de risa sacado con fórceps por el gobierno, lo de los gastos de las hipotecas…), los que de verdad pagan somos ustedes y yo. Pero ya tengo los dedos fríos y no puedo seguir tecleando. “Estaría de Dios”, que diría la resignada abuela de un amigo.


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